Recientemente se han puesto de moda en redes sociales las animaciones generadas por inteligencia artificial con el inconfundible estilo de Studio Ghibli. Vemos desde familias convertidas en personajes de fantasía hasta escenas de nuestra infancia recreadas con esa estética que tantas emociones nos despierta. Al principio me parecieron hermosas, nostálgicas, incluso conmovedoras. Pero no pude evitar recordar la reacción del propio Hayao Miyazaki (el alma detrás de Ghibli) la primera vez que le mostraron una imagen generada por IA.
Su
respuesta fue tajante:
“Quien haya creado esto no tiene idea de lo que es el arte. Me siento muy disgustado, si realmente quieren hacer cosas horribles pueden hacer, pero yo no voy a incorporar esto a mi trabajo, es un insulto a la vida misma”
Y la
verdad, Aunque suene algo radical, puedo entender sus palabras y el punto al
que quiso llegar. Porque el arte tiene que ver con la vida, con las emociones humanas.
No es solo generar una imagen bonita. Hacer arte implica los estados de ánimo
del mismo autor, la historia, el momento en que lo hace. Eso no se genera con
ordenadores y datos recopilados, se siente y se construye.
Desde ahí
empecé a pensar en todo lo que está pasando con la inteligencia artificial, no
solo en el arte, sino en nuestra vida diaria. Las redes sociales y la IA están
transformando nuestras formas de comunicarnos, de participar y de entender el
mundo que habitamos. Hoy en día, podemos acceder a más información que en ningún
otro momento de la historia. Y aunque se nos plantean dilemas éticos como el
que he descrito anteriormente con la tendencia de las “Imágenes Ghibli” y el
arte, no podemos negar todos los beneficios que nos han traído estas nuevas tecnologías,
hoy en día el conocimiento esta al alcance de todo, ya no es reservado solo
para las elites políticas y sociales como en otros siglos.
La IA como tecnologías
emergentes nos plantean un reto en cuanto a lo ético y los limites que podemos
llegar a ponerle y depende de nosotros usarla con responsabilidad, no podemos
caer en manos del facilismo y dejarle a la inteligencia artificial nuestra
capacidad de pensar de forma critica y creativa.
En conclusión,
tanto las redes sociales como la IA pueden ser puentes para acercarnos, para
aprender unos de otros, y para participar de forma más activa en lo que pasa en
nuestros territorios. Pero no podemos olvidar que detrás de cada herramienta
debe haber criterio, respeto y sensibilidad. Porque como dijo Miyazaki, si
perdemos eso, perdemos lo que nos hace humanos.
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