Autoayuda, Coaching y formulas vacías: el nuevo opio digital

 

La ilusión de la libertad y el pensamiento dirigido: ecos de 1984

Vivimos en una época donde las redes sociales y las tendencias te dictan como pensar, como sentir y como “Autoconstruirte”. Creo que no es nueva mi postura crítica hacia los libros de autoayuda, el coaching financiero y los manuales de seducción, que, por supuesto han migrado a formatos más modernos como las redes sociales. Por desgracia no es una moda pasajera, sino un fenómeno estructural muy bien planificado, que ha cambiado la forma en como las personas solucionan sus problemas psicológicos, su identidad y su propósito de vida. Y es aquí donde quiero hacer un paralelismo con la novela distópica 1984 de George Orwell, porque siento que se ha empezado a reemplazar el pensamiento crítico por el de la emoción dirigida, tal como diría Orwell en su libro: La gente no debe razonar. Debe sentir lo correcto en el momento correcto. ¿Y es que acaso no es esto lo que hacen estos gurús de internet? Nos bombardean con videos de motivación vacía y discursos emotivos que no invitan a reflexionar, sino a reaccionar. Nos dicen que todo se puede si uno quiere, que basta con “visualizar el éxito”, que las emociones negativas deben reprimirse, y que cualquier muestra de angustia o tristeza es sinónimo de debilidad. Promueven una visión artificial del bienestar, donde se niega el conflicto, se deslegitima el sufrimiento y se simplifican procesos profundamente complejos como la salud mental, el crecimiento personal o el duelo. Y es en ese adoctrinamiento emocional, disfrazado de autoayuda, donde se perpetúa un sistema que no quiere individuos libres, con pensamiento crítico y soluciones basadas en la experiencia de cada quien, sino consumidores obedientes, agradecidos por cada migaja de dopamina que se les ofrece a través de una frase “inspiradora” que vieron en Tik Tok o el librito que compraron en internet creyendo que están consumiendo contenido de calidad.

El doble pensar en la era digital

Orwell define el doble pensar como la capacidad de sostener dos ideas contradictorias y creer en ambas. Hoy en día todo este contenido reciclado en las redes sociales hace algo muy parecido: te venden frases tipo “Se tú mismo” y al mismo tiempo un video que lleva por título “Mejórate porque no eres suficiente” o la típica “No necesitas nadie, más que a ti mismo” Pero luego en otro video intentan venderte un curso de seducción, porque sin pareja no estas completo y no encajas en la idea de éxito que ellos mismo te hacen creer. Y es que claro, la idea es que te mantengas atrapado en un bucle de insatisfacción, con la necesidad constante de buscar más contenido, una cadena sin fin que convierte al usuario incauto en un consumidor perpetuo. Y es que el objetivo no es ayudar a las personas a crecer, ni dar respuestas a sus males sino vender, vender soluciones prefabricadas. Cuando más grande es el mercado, más simples deben ser los mensajes, así nace la banalidad de este sector.

"En 2023, la industria de libros de autoayuda generó más de US$11.000 millones y se estima que alcanzará los US$14.000 millones en 2025."

- Revista Forbes.

El peligro de estas ideas radica en la confusión estructural que causan, donde las personas se acostumbran a aceptar sin ni siquiera analizar. La disonancia en las ideas se normaliza y se reemplaza el pensamiento crítico por lemas virales, frases disfrazadas como “factos” y afirmaciones sin ningún fundamento. El doble pensar permite esto, que las personas se sientan libres mientras calcan formas de pensar ajenas, o que consuman contenido vacío mientras piensan que están creciendo, cuando en realidad están alimentando las arcas de una industria que se nutre de su inseguridad, es un sistema donde no hay coerción visible, porque el control está interiorizado.

El enemigo prefabricado

Orwell lo dejó claro en su distopia: cuando no existe una guerra real, se recurre al enemigo prefabricado. Ese que encarna todos los males y es usado para canalizar el odio y mantener el control. Solo que a diferencia de la novela de Orwell no necesitamos ministerios que lo hagan, ya tenemos influencers, algoritmos y corrientes ideológicas que hace rato están en piloto automático.

Algunos dicen que todo se arregla con frases y videos motivadores. Otros, los más peligrosos, que tu valor está en odiar al sexo opuesto, en rechazar lo biológico o en recuperar una supuesta “masculinidad perdida”. Da igual el disfraz: todos tiene la fórmula para reconstruirte. Muchos cursos, libros y videos están diseñados para ser adictivos, pero no resolutivos. No buscan cerrar procesos, sino abrir constantemente nuevas áreas de trabajo en tu persona. Porque al final el cliente que encuentra soluciones eventualmente deja de comprar. El confundido, en cambio, vuelve y paga.

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